En el corazón del Dublín georgiano, junto a la iglesia de San Andrés, es imposible no fijarse en la estatua de una encantadora pescadera (y prostituta): se trata de Molly Malone, que se ha convertido en una de las atracciones más famosas de la ciudad, una parada casi ineludible en cualquier viaje a Dublín.
Realizada en bronce en 1988, la obra se encargó para celebrar el 1.000 aniversario de Dublín y ahora es el telón de fondo de las fotografías de los muchos turistas extranjeros que le manosean los pechos para tener suerte, según la superstición local.
¿Quién es realmente la joven representada a tamaño natural, empujando un carro con cestas llenas de marisco? La leyenda habla de una mujer que vivió en el siglo XVII: su aspecto orgulloso y su ropa provocativa aluden a su doble profesión .
De hecho, se dice que Molly Malone tuvo una doble vida: pescadera de día y prostituta de noche. Se dice que murió a los 36 años, quizá a causa de una de las frecuentes epidemias de cólera que asolaban la ciudad o, más probablemente, de una enfermedad transmitida por uno de sus clientes.
Aunque nunca se han aportado pruebas fehacientes de su existencia, se ha encontrado un rastro en un registro de la Iglesia de Irlanda: una tal Mary Malone fue efectivamente bautizada en 1663 y enterrada el 13 de junio de 1699.
Cuenta la leyenda que su fantasma lleva siglos vagando por las callejuelas del centro de la ciudad, sobre todo en las noches de niebla, pero la mayoría de los turistas la consideran en realidad un amuleto de la suerte: todo el mundo va a «tantearla» en honor a lo que se ha convertido ya en un ritual de quienes visitan Dublín.
Lo que realmente hizo famosa a Molly Malone es una canción popular. Se trata de Cockles and Mussels, una balada popular de taberna que cuenta la historia de la misteriosa doncella, tan querida por los ciudadanos que se convirtió en el himno no oficial de Dublín y del equipo de rugby de la ciudad.
La canción, cuyo autor sigue siendo desconocido, se publicó por primera vez en Londres en 1884 y su autoría se atribuyó inicialmente a James Yorkston, de Edimburgo. Lo que la hizo famosa y popular fue su readaptación por los Dubliners, un grupo folk irlandés fundado en Dublín en 1962. Muchos artistas han intentado versionar esta balada: Sinead O’Connor, Maureen Carroll, Johnny Logan, Paul Harrington, Frank Harte, por citar sólo algunos.
La estatua se encontraba antes al principio de Grafton Street, en la esquina de Suffolk Street, pero en 2013 la icónica estatua se trasladó al lateral de la iglesia de San Andrés para facilitar el tendido de las vías de la línea de tranvía Luas. La ubicación resultó ser tan perfecta que convenció a la administración para dejarla permanentemente en la calle St. Andrews, incluso después de terminadas las obras.
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